El Banquete
La cena de las bodas del Cordero
Israel y la Iglesia
Ahora se destaca el triunfo de la victoria de los creyentes que viven por la palabra de Dios mediante lo que representa el Pueblo y el Cuerpo de Cristo en lo simbólico de una boda celestial. Se considera a Israel y a la Iglesia como la desposada de Cristo en los cuales podríamos ver espejismos en el desierto o acciones reales a la luz de la escritura bíblica en el libro del apocalipsis.
La imagen del matrimonio se emplea con frecuencia en toda la Biblia. En el Antiguo Testamento los profetas hablaron una y otra vez de Israel como la esposa del Señor fijando entre las fronteras del cielo y la tierra una bendición que dependerá sobre todo y por siempre de nuestra relación con la palabra revelada por el amor de Dios. Y la profecía activa en el Nuevo Testamento nos presenta a Cristo como el esposo de la Iglesia en una relación constante en la fidelidad con su palabra.
Sin lugar a dudas, la imagen del matrimonio refleja perfectamente la relación que Dios quiere tener con su pueblo y con el aliento de su vida en Cristo redentor de su Iglesia.
Por el intenso amor que hay entre los cónyuges.
Por la íntima e indisoluble unión que llega a haber entre ellos, formando una sola carne.
Por el gozo de amar y ser amados.
Por la fidelidad que se espera entre ambos.
Ahora bien, para entender bien esta figura es necesario que primero sepamos cómo era la preparación y celebración de una boda en los tiempos bíblicos. Esta se llevaba a cabo en varias fases:
En primer lugar se llevaba a cabo el desposorio o compromiso. Este era un acuerdo que se llevaba a cabo entre los padres de los novios. Esto ocurría con frecuencia cuando los novios eran todavía Jóvenes En ese momento se pagaba la dote acordada.
Después de un período de varios años llega el momento de la presentación. El novio, vestido con sus mejores galas y acompañado de sus amigos, se dirigen a la casa de la prometida. Allí recibe a la novia, que junto con sus damas, son llevadas a la casa del novio, donde se celebrará la ceremonia.
Esta ceremonia era la tercera y más importante fase de la boda, y durante ella se intercambiaban los votos. Después de la ceremonia tendría lugar una comida final a la que seguía la consumación del matrimonio. Esta comida podría extenderse por siete días o más dependiendo de la condición social y económica de los contrayentes.
Este simbolismo se cumple perfectamente en la relación de Cristo con su Iglesia:
El contrato nupcial fue firmado cuando Cristo redimió a su iglesia por medio de su muerte en la cruz. Desde ese momento, todo verdadero creyente está unido legalmente a Cristo en matrimonio.
Después de un período de separación en el que nos encontramos en este momento, llegará segunda etapa, que se cumplirá cuando Cristo, acompañado de sus santos ángeles, venga a recoger a su iglesia por medio del arrebatamiento. Este momento cuando el novio viene con sus amigos a buscar a la esposa para llevarla a su casa es al que se refiere la parábola de las vírgenes que encontramos esta narrativa en la parábola de las diez vírgenes.
Y finalmente, después de la unión entre el esposo y la esposa, venía el banquete, que en este caso no durará sólo unos días, sino que se extenderá por toda la eternidad.
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