miércoles, 8 de marzo de 2023

Nuestro Libertador

Jesus El Mesias

Nuestro Libertador 

El Ungido de Dios 

A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán. El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte una luz ha resplandecido. Tú has hecho que la nación crezca; has aumentado su alegría. Y se alegran ellos en tu presencia como cuando recogen la cosecha, como cuando reparten el botín. Ciertamente tú has quebrado, como en la derrota de Madián, el yugo que los oprimía, la barra que pesaba sobre sus hombros, el bastón de mando que los subyugaba. Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla y toda la ropa teñida en sangre serán arrojadas al fuego, serán consumidas por las llamas. Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Se extenderán su soberanía y su paz y no tendrán fin. Gobernará sobre el trono de David y sobre su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud desde ahora y para siempre. Esto lo llevará a cabo el celo del Señor de los Ejércitos. El Señor ha enviado su palabra; la ha enviado contra Jacob, ¡ya cae sobre Israel! De esto se entera todo el pueblo —Efraín y los habitantes de Samaria—, todos los que dicen con orgullo y piensan con arrogancia:

Isaías 9:1-9


Mesías viene de la palabra hebrea mashiach que significa "ungido" o "elegido". El equivalente griego es la palabra Christos o, en español, Cristo. El nombre "Jesucristo" es igual al de "Jesús el Mesías". En los tiempos bíblicos, ungir a alguien con aceite era una señal de que Dios estaba consagrando o apartando a esa persona para una función particular. Por lo tanto, un "ungido" era alguien con un propósito especial, ordenado por Dios.

En el Antiguo Testamento, la gente era ungida para los cargos de profeta, sacerdote y rey. Dios le dijo a Elías que ungiera a Eliseo para que lo reemplazara como profeta de Israel (1 Reyes 19:16). Aarón fue ungido como el primer sumo sacerdote de Israel (Levítico 8:12). Samuel ungió tanto a Saúl como a David para que fueran reyes de Israel (1 Samuel 10:1; 16:13). Todos estos hombres ocupaban posiciones de "ungidos". Pero el Antiguo Testamento predijo un Libertador venidero, elegido por Dios para redimir a Israel (Isaías 42:1; 61:1-3). A este Libertador los judíos lo llamaron el Mesías.

Jesús de Nazaret fue y es el Mesías profetizado (Lucas 4:17-21; Juan 4:25-26). A lo largo del Nuevo Testamento, vemos la prueba de que Jesús es el Elegido: "Pero éstos [milagros] se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31). También escuchamos testimonios de que Jesús es "el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:16). La prueba definitiva de que Jesús es en realidad el Mesías prometido, el Ungido, es Su resurrección de entre los muertos. Hechos 10:39-43 es un testimonio ocular de Su resurrección y demuestra que "es aquel a quien Dios designó como juez de los vivos y los muertos".

Jesús cumple la función de Profeta, Sacerdote y Rey, lo cual es una prueba más de que Él es el Mesías. Es un profeta, porque encarnó y predicó la Palabra de Dios (véase Juan 1:1-14; 14:24; y Lucas 24:19); un sacerdote, porque Su muerte redime nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre (véase Hebreos 2:17; 4:14); y un rey, porque después de Su resurrección Dios le dio toda la autoridad (véase Juan 18:36; Efesios 1:20-23; y Apocalipsis 19:16).

Los judíos de los días de Jesús pensaron que el Mesías redimiría a Israel derrocando el gobierno de los romanos y estableciendo un reino terrenal (ver Hechos 1:6). No fue sino hasta después de la resurrección de Jesús que Sus discípulos finalmente comenzaron a entender el verdadero significado de las profecías del Antiguo Testamento sobre lo que el Mesías haría (ver Lucas 24:25-27). El Mesías fue "ungido" primero para liberar a Su pueblo espiritualmente; es decir, para redimirlo del pecado (Juan 8:31-36). Él logró esta salvación a través de Su muerte y resurrección (Juan 12:32; Juan 3:16). Después, Jesús el Mesías liberará a Su pueblo de sus enemigos reales, cuando establezca Su Reino en la tierra (véase Isaías 9:1-9).