miércoles, 5 de abril de 2023

Jesús

 Una vida impecable

 Ofrendada de Amor

En Sacrificio



El profeta Isaías nos dice que Dios nuestro Padre Celestial “cargó en él el pecado de todos nosotros” y “por la rebelión de mi pueblo fue herido” 

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, Cada cual se apartó por su camino,

 Pero YHVH cargó en Él el pecado de todos nosotros.°

Luego Isaías declara su inocencia: 

Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte; nadie se preocupó de su descendencia. Fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por la rebelión de mi pueblo.

Isaías 53:8

“Nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca”.

Se le asignó un sepulcro con los malvados y con los ricos fue su muerte, aunque no cometió violencia alguna ni hubo engaño en su boca.

Isaías 53:9

Después de la muerte de Jesús, Pedro confirmó estas palabras de Isaías. “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo” 

(1 Pedro 2:21-24).

¡Este es un extraordinario legado! No pecar ni de palabra, de hecho o incluso pensamiento, ¡ni siquiera bajo la más grande tentación o angustia! En Hebreos 4:15 se explica que Jesús “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.


Algunos podrán decir que son justos, quizá hasta perfectos. Pero muy pocos les creerán, especialmente los que los conocen bien. Mas en el caso de Jesús, sus amigos más allegados —los que durante su ministerio constantemente viajaron, hablaron, comieron y caminaron con él— testificaron y estuvieron dispuestos a morir por su convicción de que él era el inmaculado Hijo de Dios.

Jesús desafió a sus enemigos: “¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado?” 

(Juan 8:46, NVI)

El relato bíblico nos muestra que lo único que podían hacer los enemigos de Jesús era lanzar absurdas y falsas acusaciones: “Nosotros no somos nacidos de fornicación”, insinuando que él lo era 

Juan 8:41

“Engaña al pueblo” (Juan 7:12); y “Demonio tiene, y está fuera de sí” (Juan 10:19-20). Incluso en su juicio sus acusadores tuvieron que buscar testigos falsos, porque nadie podía testificar que hubiera hecho algo malo alguna vez (Mateo 26:59-61).


Aun aquellos que no eran sus discípulos estuvieron de acuerdo en que el carácter de Jesús era intachable. El veredicto de Pilato fue: “Yo no hallo delito en él” (Juan 19:6). El centurión que supervisó la ejecución de Jesús, habiendo conocido una mente y un espíritu como nunca antes había visto, “dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47).


Uno de los criminales que fue crucificado junto con Jesús dio otro testimonio ante la integridad que había visto. Al otro malhechor lo reprendió y le dijo: “¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo” ( Lucas 40-41).


Jesús vivió una vida íntegra y sin pecado, tal como lo confirmaron quienes lo conocieron y se percataron de su conducta tanto en la vida cotidiana como en circunstancias difíciles. Aun los miembros de su propia familia que lo conocían desde la niñez, sus medios hermanos, quienes en un principio no creían en él , llegaron a reconocerlo como el perfecto, inmaculado Hijo de Dio). Su forma de vivir era en sí la prueba de que lo que decía acerca de sí mismo era verdad.

Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.

Juan 7:5

La Vida Milagrosa de Jesús