domingo, 16 de julio de 2023

Egocentrismo

Idolatría

Desconfiguración de la Imagen y Semejanza

Falsa Identidad del Yo 


Pero a los que van tras esos ídolos detestables y siguen prácticas abominables, yo les pediré cuentas de su conducta”», afirma el Señor y Dios.

Ezequiel 11:21 

El Ego es falsa conceptualización de identidad en la persona, idolatramos la humanidad y por extensión a nosotros mismos a través de lo natural y el poder de la conciencia. Esto nos da la ilusión de que somos los señores de nuestro mundo y aumenta nuestras imágenes a proporciones desfiguradas de la raíz original. Rechazamos la Palabra de Dios y Su descripción de cómo Él creó los cielos y la tierra, y aceptamos las tonterías de la evolución y el naturalismo. Abrazamos a la diosa del ambientalismo y nos engañamos pensando que podemos preservar la madre tierra como nuestra patria indefinidamente cuando Dios ha declarado que la tierra tiene una vida útil limitada y durará sólo hasta el fin de los tiempos. En ese momento, Él destruirá todo lo que ha hecho y creará un cielo nuevo y una tierra nueva. "Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia”. Como dice claramente este pasaje, nuestro enfoque no debe ser en adorar el medio ambiente sino en vivir vidas en la integridad de su palabra mientras esperamos ansiosamente el regreso de nuestro Señor y Salvador. Sólo Él merece ser adorado para que ese día no nos sorprenda como ladrón en la noche.

Conducentemente a lo Final, tal vez lo más destructivo, adoramos en el altar de la auto imagen en el agrandamiento o la realización de uno mismo en la egolatría de nuestras falsa conceptualizaciones, excluyendo a todos los demás y sus necesidades y deseos. Esto se manifiesta en la auto enfermedad social a través de alimentos, drogas y alcohol. Los países ricos tienen acceso ilimitado a alcohol, drogas (el consumo de drogas de prescripción está en un nivel más alto, incluso entre los niños) y alimentos. Esto conduce a la obesidad, la diabetes y otros problemas. El autocontrol que tan desesperadamente necesitamos es despreciado en nuestro insaciable deseo de comer, beber y medicarnos más y más una patología social indiscriminada. Nos resistimos a cualquier esfuerzo para frenar el apetito, y estamos decididos a ser el dios de nuestra obstinada existencia. Esta mentalidad tiene su origen en el jardín del Edén donde Satanás tentó a Eva a comer del árbol con las palabras "seréis como Dios". Desde entonces esto ha sido el deseo del hombre de ser Dios. Esta adoración del yo es la base de toda idolatría moderna.

Toda idolatría de uno mismo tiene en su centro los tres deseos encontrados en la palabra: "Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo". Si queremos escapar de la idolatría moderna, tenemos que admitir que es desenfrenada y rechazada en todas sus formas la corrección integral de su palabra. No es de Dios sino de Satanás. La mentira de que el amor de uno mismo traerá satisfacción, es el mismo que Satanás ha estado diciendo desde que mintió a Adán y Eva por primera vez. Tristemente, todavía seguimos cayendo en la trampa. Incluso aún más triste, muchas iglesias lo están propagando en la predicación del Evangelio de la salud, riqueza y prosperidad, basado en el ídolo de la autoestima falsificada.


 Sin embargo, nunca encontraremos felicidad centrados en nosotros mismos. Nuestros corazones y mentes deben estar centrados en Dios y en los demás. Por esta razón, cuando se le preguntó ¿cuál es el mayor mandamiento?, Jesús respondió, "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”. Cuando amamos al Señor y los demás con todo lo que está en nosotros, no habrá cabida en nuestros corazones para la idolatría.