domingo, 23 de julio de 2023

Las Bodas del Cordero

 El Banquete

La cena de las bodas del Cordero

Israel y la Iglesia


»Te convertiré en mi esposa para siempre y te daré como regalos la rectitud, la justicia, el amor y la misericordia. Me comprometeré contigo en fidelidad y amor, y me conocerás verdaderamente como tu Señor .

Oseas 2:19-20

Ahora se destaca el triunfo de la victoria de los creyentes que viven por la palabra de Dios mediante lo que representa el Pueblo y el Cuerpo de Cristo en lo simbólico de una boda celestial. Se considera a Israel y a la Iglesia como la desposada de Cristo en los cuales podríamos ver espejismos en el desierto o acciones reales a la luz de la escritura bíblica en el libro del apocalipsis.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

Apocalipsis 19:9

La imagen del matrimonio se emplea con frecuencia en toda la Biblia. En el Antiguo Testamento los profetas hablaron una y otra vez de Israel como la esposa del Señor fijando entre las fronteras del cielo y la tierra una bendición que dependerá sobre todo y por siempre de nuestra relación con la palabra revelada por el amor de Dios. Y la profecía activa en el Nuevo Testamento nos presenta a Cristo como el esposo de la Iglesia en una relación constante en la fidelidad con su palabra.

Alegrémonos, regocijémonos y démosle gloria, porque ha llegado la hora de la boda del Cordero; y a su novia, que ya está preparada, se le ha permitido vestirse del lino más fino, limpio y resplandeciente». El lino fino simboliza las buenas obras del pueblo santo. Y el ángel me pidió que escribiera lo siguiente: «Dichosos los que están invitados a la fiesta de bodas del Cordero». Y me dijo: «Este es un mensaje verdadero de Dios».

Apocalipsis 19:7-9

Sin lugar a dudas, la imagen del matrimonio refleja perfectamente la relación que Dios quiere tener con su pueblo y con el aliento de su vida en Cristo redentor de su Iglesia.

Por el intenso amor que hay entre los cónyuges.

Por la íntima e indisoluble unión que llega a haber entre ellos, formando una sola carne.

Por el gozo de amar y ser amados.

Por la fidelidad que se espera entre ambos.

Ahora bien, para entender bien esta figura es necesario que primero sepamos cómo era la preparación y celebración de una boda en los tiempos bíblicos. Esta se llevaba a cabo en varias fases:

En primer lugar se llevaba a cabo el desposorio o compromiso. Este era un acuerdo que se llevaba a cabo entre los padres de los novios. Esto ocurría con frecuencia cuando los novios eran todavía Jóvenes En ese momento se pagaba la dote acordada.

Después de un período de varios años llega el momento de la presentación. El novio, vestido con sus mejores galas y acompañado de sus amigos, se dirigen a la casa de la prometida. Allí recibe a la novia, que junto con sus damas, son llevadas a la casa del novio, donde se celebrará la ceremonia.

Esta ceremonia era la tercera y más importante fase de la boda, y durante ella se intercambiaban los votos. Después de la ceremonia tendría lugar una comida final a la que seguía la consumación del matrimonio. Esta comida podría extenderse por siete días o más dependiendo de la condición social y económica de los contrayentes.

Este simbolismo se cumple perfectamente en la relación de Cristo con su Iglesia:

Los esposos, por su parte, deben mostrar a sus esposas el mismo amor que Cristo mostró a su iglesia. Cristo se entregó a sí mismo por ella para hacerla santa y la purificó lavándola con agua por medio de la Palabra. Lo hizo así a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin manchas ni arrugas ni nada semejante, sino santa e intachable.

Efesios 5:25-27

El contrato nupcial fue firmado cuando Cristo redimió a su iglesia por medio de su muerte en la cruz. Desde ese momento, todo verdadero creyente está unido legalmente a Cristo en matrimonio.

El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura.

2 Corintios 11:2

Después de un período de separación en el que nos encontramos en este momento, llegará segunda etapa, que se cumplirá cuando Cristo, acompañado de sus santos ángeles, venga a recoger a su iglesia por medio del arrebatamiento. Este momento cuando el novio viene con sus amigos a buscar a la esposa para llevarla a su casa es al que se refiere la parábola de las vírgenes que encontramos esta narrativa en la parábola de las diez vírgenes.

Y finalmente, después de la unión entre el esposo y la esposa, venía el banquete, que en este caso no durará sólo unos días, sino que se extenderá por toda la eternidad.

»El reino de los cielos será entonces como diez jóvenes solteras que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran insensatas y cinco, prudentes. Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”. Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando”. “No —respondieron estas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite y compren para ustedes mismas”. Mientras iban a comprar el aceite, llegó el novio. Las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta.

Mateo 25:1-10