El Mensaje del Rey
Súper Héroes de la Fe
En Él Valor de su Palabra
“Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Gálatas 2:20 NTV
https://bible.com/bible/127/gal.2.20.NTV
Él mensaje de la palabra de Dios nos llena de su eterno espíritu una experiencia trascendental de transformación por la vida del creador y autor de la vida que ofrendó su cuerpo mente y espíritu por la redención de toda la humanidad.
Somos seguidores del pacto de vida en Cristo por la fe del hijo de Dios. El cual nos da luz de vida por su palabra y perfecta libertad. Cada cual sigue su propio camino en este mundo perdido de maldad en confusión y estará encarcelado en su propio egoísmo si no busca la verdad. Si no cobra consciencia del verdadero aliento de Dios que es el único que nos dirige y guía por el camino auténtico de su espíritu para que conozcamos en su propio amor y podamos entender quiénes somos y lo que debemos hacer en su perfecta voluntad.
Gálatas 2:14-21 NTV
“Cuando vi que ellos no seguían la verdad del mensaje del evangelio, le dije a Pedro delante de todos los demás: «Si tú, que eres judío de nacimiento, dejaste a un lado las leyes judías y vives como un gentil, ¿por qué ahora tratas de obligar a estos gentiles a seguir las tradiciones judías? »Tú y yo somos judíos de nacimiento, no somos “pecadores” como los gentiles. Sin embargo, sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo y no por la obediencia a la ley. Y nosotros hemos creído en Cristo Jesús para poder ser declarados justos ante Dios por causa de nuestra fe en Cristo y no porque hayamos obedecido la ley. Pues nadie jamás será declarado justo ante Dios mediante la obediencia a la ley». Pero supongamos que intentamos ser declarados justos ante Dios por medio de la fe en Cristo y luego se nos declara culpables por haber abandonado la ley. ¿Acaso esto quiere decir que Cristo nos ha llevado al pecado? ¡Por supuesto que no! Más bien, soy un pecador si vuelvo a construir el viejo sistema de la ley que ya eché abajo. Pues, cuando intenté obedecer la ley, la ley misma me condenó. Así que morí a la ley —es decir, dejé de intentar cumplir todas sus exigencias— a fin de vivir para Dios. Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. Yo no tomo la gracia de Dios como algo sin sentido. Pues, si cumplir la ley pudiera hacernos justos ante Dios, entonces no habría sido necesario que Cristo muriera.”
https://bible.com/bible/127/gal.2.14-21.NTV

 
