martes, 22 de junio de 2010

Guíame!


Tu Dirección

¡Calladamente, Señor, llévame a tu morada!. ¡Guíame!
La impiedad del fulgurante rayo destruyó mi estancia, y desde entonces discurro por tortuosos senderos de soberbia y perdición. ¡Pero ahora, sólo el brillo en tu mirada puede librarme de este desencanto!. Sólo tu sonrisa puede arrebatarme como fragancia primaveral. Calladamente seguiré tus pasos desde la dulce cadencia de la aurora hasta donde se oculta el sol. Calladamente hallaré tu casa silenciosa, tras lo suaves rayos de las tardes de Abril.
¡Y calladamente te encontraré más allá de la luna llena en esta noche de esperanzas nuevas y sendas que me llevan a ti!