Buenas Nuevas de Redención
Un Nuevo Pacto de Vida
La Biblia explica que quienes sean incorporados a la familia inmortal de Dios primero tienen que arrepentirse sinceramente de sus pecados, ser bautizados y recibir el don del Espíritu Santo. Después de recibir el Espíritu Santo, pasan a ser miembros convertidos del cuerpo espiritual de Cristo, esto es, su Iglesia. Esperan así la resurrección al retorno de Jesucristo, cuando les será otorgada la inmortalidad.
El gran propósito de Dios para crear a la humanidad es verdaderamente inspirador y asombroso. Debemos darnos cuenta de que este objetivo no fue pensado sólo para la humanidad en un sentido general, sino que está dirigido a usted personalmente. Dios quiere protegerlo a usted, como individuo, para que comparta la vida plena con él y con todos sus hijos.
Si Dios está abriendo su mente al increíble potencial para el cual lo creó, es porque lo está invitando a ser parte de la integridad de su palabra
de su plan para la humanidad; para que sea desde ahora su hijo o hija espiritual, como un adelanto del legado pleno en gracia que le será concedido por la victoria de Cristo Jesus el Mesías.
¿Quiénes son, entonces, los hijos de Dios en los tiempos actuales? ¿Quiénes serán parte de la familia espiritual e inmortal de Dios? ¿Cómo puede usted o cualquiera de nosotros aspirar a tan maravilloso porvenir? ¿Y cómo será la vida cuando seamos finalmente promovidos a la profecía del milenio una vida glorificada en Cristo? Cómo integrarse a la familia
Recibir el Espíritu de Dios es esencial para la conversión. El apóstol Pablo afirma claramente que uno debe recibir el Espíritu Santo para llegar a ser parte de la familia de Dios y de la Iglesia:
“Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”
¿Por qué no pueden ser parte del pueblo de Dios quienes no tienen su Espíritu? Porque, como explica Pablo en la misma epístola,
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Pablo esclarece la relación entre el Espíritu de Dios y la salvación: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (v. 11). Únicamente aquellos que tengan el Espíritu de Dios heredarán la vida eterna. Más aún, es mediante el Espíritu que somos engendrados en la vida espiritual, como vimos anteriormente.
¿Cómo, entonces, puede usted recibir el Espíritu de Dios? El apóstol Pablo lo explicó así: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38 ). (El verdadero arrepentimiento y el bautismo, que abren el camino para ingresar a la familia de Dios, son explicados en detalle en la palabra de Dios por su gracia gratuita Transformara su vida y El camino hacia la vida eterna será el reflejo de la vida de Cristo en su vida plena.
Por lo tanto, los hijos de Dios son aquellos que son guiados por Dios mediante su Espíritu. El Espíritu Santo es el poder y la presencia de Dios trabajando dentro de ellos (vea 2 Timoteo 1:6; Salmo 51:11; Filipenses 2:13). Quienes reciben el Espíritu de Dios son considerados como hijos de Dios incluso en esta vida presente.
“Amados, ahora somos hijos de Dios . . . Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2-3).
Sin embargo, lo que ahora somos no es nada comparado con lo que habremos de ser cuando Jesucristo regrese. En ese momento, los hijos fieles de Dios serán resucitados de la carne y sangre física a un espíritu inmortal, para que puedan compartir la eternidad con él en su mismo plano de su victoria después de una muerte física será su graduación en la luz del hijo de Dios.
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