Si permanecemos fieles a Dios durante toda la vida, compartiremos con Cristo el papel de reyes y sacerdotes en su reino venidero.
Apocalipsis 1:6
Además, Cristo nos permite gobernar como reyes, y nos ha puesto como sacerdotes al servicio de Dios su Padre. Por eso, ¡alaben todos a Jesucristo, y que sólo él tenga todo el poder del mundo! Amén.
Tenemos la magnífica esperanza de ser transformados en espíritu y de recibir la vida eterna (1 Tesalonicenses 4:14-17; 1 Corintios 15:50-54). Como hijos de Dios ya transformados en espíritu, heredaremos “todas las cosas” —el universo entero— junto con Jesucristo (Hebreos 2:5-11; Romanos 8:17; Mateo 5:5; Apocalipsis 21:1-7).
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