Jesucristo Es Rey y Señor
En Toda La Creación
Cuando Jesucristo regrese a la tierra, dará inicio a “los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hechos 3:21). Esos profetas les aseguraron continuamente a los pueblos de Israel y Judá que un Rey justo restauraría el gobierno de Dios en la tierra.
Hechos de los Apóstoles 3:20-21
Los profetas revelan el sitio exacto al que regresará el Rey ungido de Dios: “Se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente.
Empezando con Jerusalén como su ciudad capital, extenderá su dominio sobre toda la tierra.
Cuando el gobierno de Dios sea establecido sobre el pueblo de Israel, Cristo les pedirá a todas las naciones que envíen delegados a Jerusalén para recibir instrucción en las leyes de Dios. Los convocará a Jerusalén para que asistan a la Fiesta de los Tabernáculos, una de las siete fiestas bíblicas: “Todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”.
No todas las naciones responderán en forma positiva. Recordemos que Satanás habrá organizado a estas mismas naciones para pelear contra Cristo a su regreso. No lo aceptarán de buena gana, aun después de que Satanás sea atado; por lo tanto, Cristo “juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos.
Al comienzo de su reinado, aún le será necesario adoptar medidas enérgicas para convencer a algunas naciones de que Dios no puede ser burlado.
No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado.
¿Cómo les hará entender esto con claridad, especialmente a las naciones que rehúsen asistir a la Fiesta de los Tabernáculos? Les comunicará su mensaje en formas muy persuasivas. Simplemente les demostrará que él controla las fuerzas de la naturaleza: “Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia”.
Las naciones aprenderán muy pronto que su supervivencia depende de las bendiciones de Dios. El buen clima y las cosechas abundantes son bendiciones que provienen de él. De ahí en adelante, únicamente las naciones que obedezcan a Dios disfrutarán de tales bendiciones; las demás no las recibirán. Este sistema será muy convincente; con el tiempo, todas las naciones responderán de manera positiva.
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