sábado, 26 de junio de 2010

Nuestro Canto de Vida


“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se complace de la injusticia, sino que se goza con la verdad. 1 Corintios 13,4-6.
Amor
Fui a tu busqueda en la encrucijada de mi larga noche y cuando la aurora se elevaba en el horizonte de mi esperanza, allí te encontré. Te encontré en la luz del cielo de mis fantasías. Te encontré en el despliegue generoso de la Creación. Te encontré en el ansioso resplandor de mi memoria y en la vaga sinfonía de mi canto. Te encontré, lleno de gozo tus ojos y abrazada al deseo de mi corazón.
Y cuando te encontré guardé mi corazón de todo mal, y canté. Canté a la tierra generosa y fecunda, tierra morena, maternal tierra de mis ensueños. Canté a los árboles robustos y a los esbeltos árboles de las riberas. Canté a los bosques, a las praderas, a la hierba minúscula y cierta. Canté a la nube crepuscular del cielo de mis afanes. Canté a las estrellas, mudas y alertas. Canté al silencio de Dios que modeló mis palabras de esperanzas.
¡Y, al encontrarte, canté a la insistente llamada del amor en mi corazón!.

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