viernes, 11 de julio de 2008

Discipulo paljobp


INTEGRIDAD DE VIDA
INTRODUCCIÓN
La “integridad” es un concepto irónico. Es una de las virtudes más deseadas por el cristiano, pero a la vez una de las menos comprendidas. Además, pocas personas la viven. Las personas que han nacido de nuevo en Cristo Jesús deben ser los primeros en cultivar y mostrar la virtud de la integridad mostrada en los “Amigos” de ayer y la importancia hoy en día de ella en las vidas de los que componen las Iglesias Evangélicas “Amigos”. Los propósitos específicos son 1) definir la integridad cristiana, 2) mostrar su manifestación histórica por los Amigos, 3) presentar la necesidad actual de la integridad, y 4) tratar unos aspectos de la integridad práctica.
La palabra “integridad” se encuentra principalmente en el Antiguo Testamento. Su uso representa “ser completo, perfecto, terminado”. En Job 31:40, dice, “aquí terminan las palabras de Job”, lo que indica que el ciclo de sus discursos o defensas es completo. También puede significar “firmeza moral y ética” (Salmo 19:13). Finalmente, Proverbios 11:3 implica la “inocencia” como otro aspecto de la integridad. En el Castellano, viene de “íntegro”, que significa “algo que tiene todas sus partes, honrado, recto, desinteresado”. Otros sinónimos que ayudan a comprender este concepto son “pureza, virginidad, incorrupción, e indivisibilidad”.
El testimonio histórico de los “Amigos” enfatiza varios aspectos de una vida “íntegra” en el diario vivir. Una razón principal que dio inicio al movimiento “quáquero” fue la falta de integridad en las vidas de los líderes religiosos en el tiempo de Jorge Fox. La hipocresía que él observó en ellos fue un factor clave que le condujo a su búsqueda prolongada de Dios. Jorge Fox anhelaba una vida libre de contradicciones, cuya sed no fue satisfecha hasta su encuentro con Jesucristo.
Además, los “Amigos” han luchado para vivir vidas cuyo exterior refleja su interior. La práctica de la honestidad y la simplicidad en todo el hablar, en el vestirse, en su concepto de la igualdad de todos los hombres reflejaban su vida interior. Estas manifestaciones se veían en no jurar o usar el nombre de Dios en vano, el uso de ropa gris o sin color, y su trato igual a cada persona, no importando su posición social o económica. ¡Debemos dar gracias a Dios por los buenos principios de los “Amigos” antiguos en su espíritu pionero de luchar por vivir una vida de integridad delante de Dios y de los hombres!
LA NECESIDAD DE VIVIR UNA VIDA DE INTEGRIDAD
La integridad está estrechamente relacionada con el carácter. Dios tiene mucho interés en nuestro carácter, es decir, lo que somos (I Samuel 16:7). Ciertamente de lo que somos fluyen las acciones (Proverbios 4:23; Marcos 7:18-23). De sus hijos, Él demanda la santidad de vida, (I Pedro 1:15,16), Íntimamente relacionada con ella está la integridad. El salmista entendía que la integridad era un requisito para gozar de la plena comunión con Dios (Salmo 15:1).
Hoy en día escasean vidas de integridad; la sociedad está gritando por modelos que muestren vidas de integridad. La corrupción que vemos en todo nivel de la sociedad, comenzando con el nivel personal, es demasiada evidente. En realidad, la vida íntegra es deseada por casi todos, pero relativamente pocos la están alcanzando.
La vida de integridad es agradable, no solamente para el que la demuestra, sino también para los que le rodean; sin embargo, hay una presión fuerte que tiende a distanciar a las personas de la integridad. Hay una presión continua de casi todos lados de disculpar la conducta o de transgredir las normas divinas sobre la integridad. Al ceder a tal presión, uno se desvía del camino reto y se disculpa deciento, “todos los hacen”. Tal actitud resulta en una creciente insensibilidad a lo que Dios quiere referente a su conducta y una creciente brecha entre lo que uno proclama ser y lo que es en realidad.
Para lograr una sociedad íntegra, la iglesia tiene que mostrar el camino. Son los hijos de Dios quienes deben ser los ejemplos de vidas de integridad por la sangre limpiadora de Jesucristo que nos limpia de todo pecado (I Juan 1:7,9). ¡A los hijos de Dios les pertenece el vivir de acuerdo con lo que son –ésta es la verdadera integridad!
Hemos discutido qué es la integridad de vida y por qué es importante. Pero nos queda la inquietud: ¿Cómo, pues, podemos cultivar y llevar vida de integridad? La última sección intentará contestar esa interrogante.
COMO CAMINAR HACIA UNA VIDA DE INTEGRIDAD
Posiblemente Miqueas 6:8 capta mejor que cualquier otro versículo bíblico la esencia de la integridad cristiana: “Oh hombre, él ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante Dios”. El hacer justicia tiene que ver con el trato justo de la gente, no defraudando, sino dando lo que merece. El amar misericordia es la benevolencia o bondad hacia otros, haciéndoles un bien cuando merecen menos. Humillarse ante Dios se manifiesta principalmente en una actitud permanente de adoración a Dios y plena fe en Él como suficiente en todo para la vida. El cumplimiento de tales condiciones resultaría en una vida de integridad en que sería una vida completa, sin contradicción o hipocresía.
LA NORMA ABSOLUTA
Levítico 19:11 establece unas normas básicas acerca del diario vivir de un hijo de Dios. El mensaje del versículo es que debe evitar el pecado. Las tres prohibiciones son de no hurtar, no engañar, no mentir. No hurtar significa ser generoso o dar más de la cuenta a otros; no engañar es ser veraz en la forma de actuar en las relaciones con otros; no mentir indica decir la verdad aunque resulte en daño propio.
NO HURTAR. Cuando pensamos en hurtar, generalmente pensamos en el acto de robar. Pero es necesario comprender que el hurtar puede manifestarse en formas más sutiles. Éxodo 18:21 habla de la avaricia o deseo para ganancias deshonestas. Puede existir en el corazón aunque no siempre se manifieste abiertamente en campo de la acción. Proverbios 11:1 habla de la pesa falsa. Es una abominación a Dios. La pesa debe ajustarse a la medida. Esto se aplica en la compra o venta de cosas como granos básicos o verduras. Otra vez notamos la importancia de vigilar y cuidar el corazón de actitudes y acciones así contradictorias a las normas de Dios.
EL ENGAÑO O MENTIRA. El engaño es la próxima prohibición. Podemos engañarnos a nosotros mismos (Jeremías 17:9). Otra vez vemos la importancia de velar por el bien del corazón. Podemos engañarnos por permitir que las influencias, aunque sutiles, de nuestro ambiente se infiltren en nuestras vidas. Tales ejemplos incluyen el materialismo, libertinaje sexual, programas no edificadores de televisión, etc. Por esto debemos exponer nuestros caminos a la luz y autoridad de Dios y su Palabra (Salmo 139:23,24; Hebreos 4:12,13).
Hay un refrán que dice, “no se puede engañar a una persona honesta”. Por su honestidad y pureza en Cristo, el hijo fiel de Dios puede discernir más fácilmente el engaño en otros. Por eso, para guardar nuestra integridad es menester no ser engañados por otros. Romanos 16:17,18 habla de los que causan divisiones. El cristiano debe apartarse de los que lo hacen y hablan en contra de la doctrina que ha aprendido. A menudo tales personas hablan en forma atractiva y convincente, pero no sirven a Cristo; mas bien engañan.
Hay varios tipos de personas que procuran engañar, de los cuales uno debe evitar: 1) los que proclaman ser el Cristo (Marcos 13:5,6); 2) los que causan divisiones y critican la doctrina evangélica como equivocada (Romanos 16:17,18); 3) los que hablan de cosas maliciosas y de vanidades (Efesios 5:3-6) y 4) los que practican el pecado como estilo de vida diciendo que son cristianos (Juan 3:7-10).
Cristo es nuestro modelo; no hubo engaño en su boca (Isaías 53:9). El mismo dijo que en quien no hay engaño es bienaventurado por Dios (Juan 1:47). El engaño es parecido a la mentira. I Pedro 3:10 enseña que los que disfrutan de la vida abundante no engañan ni mienten. Es así porque tales cristianos no se meten en choques, desarrollan amistades y confianza más fácil con otros. Además, la honestidad mantiene limpia la conciencia. Los hijos de Dios no deben usar la mentira o engaño, sino deben proclamar clara y sencillamente la verdad, la Palabra de Dios (II Corintios 4:2).
Finalmente, el que engaña o miente se pone en peligro: 1) de perder poco a poco el conocimiento de Dios (Jeremías 9:6); 2) de sufrir enfriamiento espiritual, a tal grado de no querer volver a Dios (Jeremías 8:5); y 3) de dar lugar al orgullo y la opresión de los pobres (Jeremías 3:27,28).
LA LENGUA. Anteriormente vimos que los Amigos, a través de la historia, han practicado y proclamado la disciplina de la lengua. Debemos seguir su ejemplo. El evitar el engaño y la mentira está estrechamente relacionado con el buen uso de la lengua. Sin embargo, por su importancia en la vida de integridad, se le dará atención especial enseguida.
Santiago habla del poder de la lengua. En 3:1-10 describe su capacidad de bendecir o maldecir. El freno en la boca del caballo, el muy pequeño timón de la nave, y un pequeño fuego son comparados con la lengua. Lo que hay en común con ellos y la lengua es que son pequeños, pero tienen muchísimo poder sobre su cuerpo correspondiente. La conclusión de Santiago 3:8 en cuanto al control de la lengua es que nadie puede domarla. Versículo 9 y 10 hablan de los efectos de la lengua, de bendecir o maldecir.
Marcos 7:19-21 nos enseña que el control de la lengua descansa en el corazón. Para manejar bien la lengua, hay que guardar el corazón, la cuna de la integridad. La buena disciplina de la lengua no tendrá resultado en la persona con un corazón sucio.
Ahora veamos unos principios acerca del buen uso de la lengua: 1) Tener cuidado de no hablar demasiado (Proverbios 17:27 y 21:23); 2) Pensar antes de hablar (Proverbios 29:20); 3) Cultivar el hábito de alabar a Dos con liberalidad por medio de la lengua (Salmo 145:10-12) y 4) Hablar claramente, no dejando lugar a duda en su mensaje (Mateo 5:37).
En conclusión referente al bueno uso de la lengua, cabe mencionar el sometimiento de ésta al dominio del Espíritu Santo, juntamente con la autodisciplina y el esfuerzo propio día tras día.
CONCLUSIÓN
La vida de integridad cristiana implica la ausencia de conflicto entre el hombre interior (el corazón) y sus actuaciones, es decir, es la armonía entre los dos. Otra manera de entender la integridad en los hijos de Dios es la consistencia entre creencias y acciones. Tal vida se completa en el sentido de no necesitar más elementos. Cultiva y usa lo que tiene. La integridad en el diario vivir es indispensable para el testimonio del creyente hacia los demás y por ende para que Dios sea glorificado por medio de la vida cristiana. Se han identificado áreas específicas donde la integridad debe cultivarse, tales como el trato justo y generoso con los demás, como también las actuaciones y la veracidad al hablar con el prójimo.

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